El deporte femenino vive un momento histórico. Cada temporada rompe nuevos récords de asistencia, audiencias y seguimiento en redes. Sin embargo, el entusiasmo de los aficionados todavía no se traduce en ingresos a la altura de su impacto cultural. Según un reciente estudio de McKinsey en Estados Unidos, cerrar esta brecha de monetización representa una oportunidad de 2.500 millones de dólares en el país hacia 2030, más del doble de casi los 1.000 millones que genera actualmente.  

Crecimiento imparable, pero con espacio por conquistar 

El informe revela que, entre 2022 y 2024, los ingresos del deporte femenino crecieron 4,5 veces más rápido que los del masculino. Y aun así, hoy el deporte practicado por mujeres representa menos del 2 % del mercado deportivo total en EE. UU. La demanda existe, pero convertirla en valor económico requiere inversión, creatividad y compromiso a largo plazo. 

Actualmente, los patrocinios son la mayor fuente de ingresos del deporte femenino, con más de 250M de dólares en 2024, seguidos por la venta de entradas, los derechos de retransmisión, que representan el 20% total de ingresos, y el merchandising. De todos ellos, los derechos audiovisuales son el terreno con más margen de mejora: se pagan a precios muy inferiores a los del deporte masculino, a pesar de que las audiencias no dejan de crecer. 

Un público joven y en expansión 

El perfil de los fans también revela oportunidades. Solo un 1% de los seguidores consume exclusivamente deporte femenino, mientras que el 77% combina competiciones masculinas y femeninas. Lo más interesante es que un 60% comenzó a interesarse en los últimos cinco años, impulsado por grandes eventos como los Juegos Olímpicos o los Mundiales de fútbol femenino. Aunque solo un 39% se considera un “fan apasionado” (frente al 69% en el deporte masculino), el interés es cada vez más activo, lo que se traduce en más entradas vendidas, mayor consumo de retransmisiones y más merchandising. 

Cuatro actores clave para cerrar la brecha 

El informe de McKinsey identifica cuatro palancas fundamentales para transformar esta oportunidad en ingresos sostenibles: 

  • Patrocinadores y marcas, que ya están aumentando su inversión en ligas y atletas. 
  • Medios de comunicación, responsables de garantizar mayor visibilidad en televisión y plataformas de streaming. 
  • Inversores privados, que financian el lanzamiento de nuevas ligas y competiciones. 
  • Propietarios de derechos (clubes, federaciones y las propias deportistas), encargados de profesionalizar la gestión y poner en valor los activos. 

Algunos ejemplos son el crecimiento de la NWSL (liga de fútbol), la expansión de la WNBA (baloncesto) o el nacimiento de competiciones como Unrivaled o League One Volleyball, demostrando que el ecosistema está listo para dar un salto cualitativo. 

El momento es ahora 

Para las marcas, entrar pronto en este mercado es una apuesta con doble retorno. Por un lado, significa apoyar una causa justa y alinearse con los valores de igualdad que exigen los consumidores. Por otro, permite capturar valor antes de que los costes de patrocinio y derechos se disparen. La clave está en combinar inversión con narrativa: las audiencias buscan historias auténticas, experiencias híbridas y deportistas que sean, además de atletas de élite, creadoras de contenido y referentes culturales. 

APPLE TREE, compromiso con la igualdad 

En APPLE TREE lo sabemos bien. Desde hace años impulsamos el deporte femenino con hechos, no solo con palabras. Somos matrocinadores del CFF Olympia Las Rozas en categorías benjaminas y de la Women’s Sports Society (WSS), iniciativas que promueven la igualdad de género y abren camino para que niñas y mujeres tengan las mismas oportunidades que sus pares masculinos. Nuestra experiencia confirma que cuando propósito y negocio se alinean, el retorno es doble: impacto social y crecimiento de marca.